Jornadas de una lucha histórica que marca un nuevo tiempo histórico
Por Mercedes Rabanal
Gran parte de los argumentos opositores a la Ley IVE giraron en torno a la cuestión del momento. La crisis sanitaria, la pandemia que derivó en la profundización de la desigualdad, de la pobreza, brindaría la excusa perfecta para seguir posponiendo este debate. “¿Cómo vamos a gasta tiempo y recursos en debatir el aborto cuando más de la mitad de niños y niñas viven bajo la línea de la pobreza?” Por supuesto que el argumento es falaz y malintencionado.
Siempre hay que tener en cuenta no sólo lo que se dice sino quién lo dice y qué intereses representa. Y en este caso, causa indignación que quienes se oponen sean los mismos (muchos) que gobernaron los destinos de la Patria durante la oscura noche macrista. Quienes nos hundieron en el pantano del endeudamiento y la timba, vienen a exigir soluciones mágicas y querer marcar nuevamente la agenda. Por su puesto que, si fuera por ellos, la vida de las mujeres pobres que mueren en la clandestinidad no sería urgente nunca. Y mucho menos si para ello, hubiera que resolver previamente problemáticas estructurales como la pobreza. Problemáticas que ellos mismos generan porque los beneficia.
Hablar sobre aborto en Argentina y en el mundo, es hablar sobre salud pública. Pero es mucho más que eso. Es discutir la desigualdad social, la injusta matriz que hace que sobrevivir a un aborto sea un privilegio de clase. Y en este sentido, y en este contexto, discutir y reformar la IVE, despenalizar los abortos, es tomar la iniciativa política del Frente de Todxs, ese que militamos y votamos para que defienda los intereses de las mayorías. Volver a poner al frente de la sociedad, de las transformaciones sociales, al propio Estado, es avanzar en el campo de la disputa política por el sentido del rol del Estado, porque lo posiciona acompañando y garantizando derechos. Es la posibilidad de volver a soñar con un nuevo ciclo virtuoso para el pueblo que conquista derechos también con participación y con militancia que apuntala la voluntad política. Es volver mujeres y mejores.
¿Y qué más?
Y tanto más es el aborto. Volviendo a la coyuntura política, no hay que perder de vista que avanzar en materia de derechos es desafiante también en el terreno del poder judicial, ese mismo que Cristina denuncia incansablemente y que en estos últimos días volvió a enfocar. Porque, no hay que olvidarlo, la “justica” (por así llamarla) es patriarcal. Los ejemplos pueden ser miles: desde las denuncias por violencia que no previenen los femicidios porque no protegen a la víctima, la revictimización de tener que narrar múltiples veces lo mismo, el manto de sospechas que se arroja sobre las mujeres que abortan (incluso sobre los abortos espontáneos) hasta el caso paradigmático de Milagro Sala que evidencia muy claramente el posicionamiento político-ideológico de algunos jueces y funcionarios judiciales que des-democratizan la sociedad desbalanceando los poderes. La justicia es una categoría política y sexo/género también lo son.
La batalla cultural siempre
Aprobada la ley, sobrevendrá la batalla cuerpo a cuerpo, la de cada trinchera, la de la implementación como realidad efectiva. Por supuesto, con la ley no alcanza para que los médicos y las médicas patriarcales abandonen los prejuicios y garanticen el derecho. Las mujeres y personas gestantes tendremos que seguir luchando para que se nos escuche, para que se nos permita decidir sobre nuestros cuerpos. Y en cada escuela, tendremos que seguir militando la ESI, y en cada territorio, abriendo espacios de escucha, visibilización, y de denuncia. Aquí queda plasmado nuestro humilde aporte en este medio de comunicación alternativo. La movilización feminista continuará alumbrando y abrigando: “Hasta que todo sea como lo soñamos.”