Por Hiladero

El cambio climático es un hecho. No caben dudas al respecto. Las discusiones en torno al calentamiento global y cambio climático lograron colarse no solo entre las agendas de los Estados, sino que también en la agenda mediática; algo impensado décadas atrás. Uno de los principales focos a atender -no el único- a la hora de mitigar las emisiones de gases de efecto invernadero se encuentra vinculado a la generación de la energía que mueve al mundo: la actual matriz energética mundial es un problema para este desafío. Por eso se habla de transición energética: dejar de lado la producción de energías fósiles (más contaminantes) por energías limpias. Un largo, difícil y costoso camino que necesariamente hay que realizar. Hasta acá debemos, o deberíamos, estar todos de acuerdo.

En fin, luego de la introducción más que necesaria, quiero señalar algunos desafíos y problemas para nuestro país; la agenda de los movimientos ambientalistas en general; y sobre lo ocurrido con las exploraciones offshore en particular. 

1. El mundo necesita cada vez mayor cantidad de energía para funcionar, lo cual no es novedad. Actualmente se utiliza un 70% más de energía que la que se utilizaba hace 30 años. Las proyecciones indican que multiplicaremos el consumo los próximos años. Como se dijo antes, la principal fuente de generación de energía es la fósil, que representa cerca del 80% del consumo mundial. Hablamos de petróleo (32%), carbón (26%) y gas (24%), en ese orden. De las tres fuentes, el gas resulta ser la menos contaminante, es decir, “la más limpia” y que cuenta con reservas importantes. Por su parte, el carbón es, por lejos, la fuente más sucia y la que se espera que pierda terreno. Por otro lado, las energías renovables, eólica y solar ocupan un lugar marginal; tanto que se necesitaría multiplicar por 12 su capacidad instalada para “empatar” al carbón. Algo física y económicamente imposible de realizar en el mediano plazo; pero que tarde o temprano (esperemos) ocurra. ¿A qué voy con esto? Que no toda transición pasa por colocar paneles fotovoltaicos y dejar de quemar hidrocarburos como dicen algunos. Descarbonizar la matriz energética también es transicionar a algo más limpio. Incluso es más viable en el corto plazo ¿estoy diciendo que habría que reemplazar “una sucia” por “otra sucia”? Sí, por el momento sí. Utilizar una mayor cantidad de gas en reemplazo de carbón sería una buena medida. ¿Y una mala medida? No contar con la decisión política de al menos tener una idea de cuales son las reservas que existen en nuestro país

2. La cuestión energética es clave para entender la macroeconomía argentina. En más de una ocasión, los ciclos de expansión encontraron problemas ante la falta de energía. Ahora bien, Argentina es un país con capacidad de producción y que ocasionalmente su condición le permitió beneficiarse de grandes saldos exportables; ya que la energía que no se utiliza, puede venderse al exterior. Hay que destacar ese ocasionalmente, ya que no siempre fue así. En más de una ocasión Argentina necesitó importar gas, el hidrocarburo predominante en su matriz energética.  Frente a un problema crónico de falta de dólares gracias a nuestra restricción externa, la falta de energía se vuelve crítica para nuestra balanza comercial. Tanto es así y para dejar en claro la relevancia que el aspecto energético tiene para nuestra macroeconomía, que durante la segunda presidencia de Cristina Fernández 2011-2015 se perdieron US$ 22.740 millones de dólares en importaciones; el equivalente a media deuda contraída con el FMI… poca cosa ¿no?. Casualmente durante aquel período la economía dejó de crecer como años anteriores y los problemas en el frente externo se acumularon. En fin, tal como se mencionó en el punto anterior, no contar con la decisión política de al menos tener una idea de la cantidad de reservas que existen en nuestro país no parece ser muy inteligente que digamos. ¿Cuánto puede aguantar nuestra macro si el camino a transitar es el de la no producción de gas? Parece hasta tonto escribirlo, pero el hecho de no producir nuestra energía no implica que no la consumamos. En ese caso la producción se reemplazaría por importaciones. Que se pagan con dólares. Con dólares que no tenemos.

3. Último punto y no por eso menos importante. Argentina viene de crisis en crisis. Los niveles de pobreza existentes luego de Macri y la pandemia son lisa y llanamente inaceptables. Y por si fuese poco está el temita de la deuda con el FMI, organismo no muy interesado en sanear la economía de los países. El panorama es malo e incluso por momentos el gobierno no deja en claro su rumbo. Frente a este escenario, caótico y desesperanzador; las únicas certezas que deberíamos tener para empezar a salir de la crisis deberían ser las de producir más; exportar más; atraer inversiones extranjeras; trabajar sobre nuestros recursos y potenciarlos creando redes de proveedores locales. La tarea no es para nada sencilla. En fin. La posibilidad de la explotación offshore cumple como parte de la solución a cada uno de los desafíos mencionados. Otro sector, es el de la minería, del que en otro momento hablaremos, pero para dejar algo en claro: Chile produce y exporta varias veces más minerales que nosotros; y eso que compartimos la misma cordillera. Y por cierto ¿sabes quién, además de Argentina, necesita potenciar la minería para desarrollarse? La transición energética que piden los ambientalistas y que todos necesitamos.

Por más contradictorio que parezca, sin un impulso a la minería y sin mayores niveles de producción de hidrocarburos no podemos dar el salto que necesitamos; ni en términos económicos; ni energéticos; ni ambientales. Nada podremos lograr. Ninguna batalla ecológica se gana oponiéndose a la producción de litio o de cualquier otro mineral como ya se ha visto; como así tampoco ninguna batalla económica se gana sin producir una mayor cantidad de puestos de trabajo e incrementar el nivel de exportaciones. Algunos “ambientalistas” vía pensamiento mágico sostienen que producir minerales es matar nuestro planeta. Su militancia, cuando no es restrictiva en términos productivos, suele remarcar el carácter individual de la cuestión. De nada sirve. Vivimos en comunidad y tenemos problemas muy serios a enfrentar. Como sea, bienvenida sea a nuestra sociedad la discusión “economía-ambientalismo” a la que, al menos por ahora, le faltan propuestas ambientales serias.