Por Nicolás Luna

Empleadores y empleados determinan a grandes rasgos, por medio de la paritaria, los aumentos de sueldo base y las condiciones laborales mínimas que rigen el trabajo registrado en la Argentina.

El Estado, además, pone la mesa y arbitra para que no haya abusos por parte de los empleadores. Pero lo que en la realidad parece un mecanismo de dialogo entre paritarios termina siendo un lugar de disputa permanente donde muchas veces hay asimetría a favor de los empleadores.

Aun así, las paritarias siguen siendo la institución que permite corregir algunas desigualdades producidas por el mercado. Estás solo cubren a 3.4 millones de trabajadores registrados sobre un total de 12 millones. Es decir, solo un cuarto de la masa salarial esta conveniada. De este modo, las aperturas de paritarias por sector permiten poner el valor del salario y las condiciones laborales más allá del sector específico, traccionan sobre el resto de la clase obrera, entonces, del mismo modo que lo hace la modificación del Salario Mínimo Vital y Móvil con los ingresos de los trabajadores informales. Dicha tracción no está exenta de contradicciones: por ejemplo, la variación de salarios altísimos, con salarios debajo de la línea de pobreza.

Negociar bien, negociar rápido

La velocidad inflacionaria genera que las paritarias se abran en cada semestre y así se realicen revisiones de los acuerdos ante los abruptos cambios de precios. Se genera, de esta manera,  la disposición a negociar a corto plazo y lo más rápido posible parece que sea una forma para no perder poder adquisitivo. Varios sindicatos negocian con los datos oficiales del INDEC: el 60% de aumento paritario indica un número real.

Por ello, el adelantamiento de las paritarias, organizó la discusión salarial evitando una conflictividad descontrolada en el sector mejor pago del mundo laboral: por ejemplo, aceiteros, bancarios, camioneros, empleados navales, entre otros. Cabe mencionar, entonces, que si se hubiese esperado el tiempo calendario “anualizado”, la inestabilidad social podría haber aumentado y empeorado.

Pequeños giros

Mientras se concreta el proceso paritario, los sindicatos realizan las elecciones postergadas por la pandemia. Por el momento no hay cambios radicales, solo se está mostrando un leve giro hacia dirigentes más comprometidos con las causas populares confirmando el rumbo que destaca la recuperación del salario como motor económico. El caso de reemplazo del histórico Antonio Calo de la UOM por Abel Furlán puede leerse bajo este lineamiento.

Unidad sindical

Por otra parte, la tendencia a unificar el movimiento obrero en una sola organización arranco en el 2019 con el pedido de ingreso de los gremios que integran la CTA de los Argentinos a la CGT. Mientras se analiza la petición, dentro de la confederación, los tres sectores más importantes coronaron al triunvirato de Pablo Moyano, Héctor Daer y Carlos Acuña como expresión de unidad. A modo de conclusión, entonces, y a pesar de la situación crítica, hay dos síntomas que alientan a ver un horizonte. Primero, los intentos de sostener el salario registrado por medio paritarias. Segundo, la tendencia a la unidad en una sola confederación obrera, si analizamos dichas acciones y la preponderancia institucional de la CGT. El movimiento obrero organizado, una vez más, esta en un tiempo histórico crucial para definir su fuerza y potencia.

Créditos de fotografía: Presidencia