En 2016 la Editorial Siglo XXI publicaba “Los tres kirchnerismos. Una historia de la economía argentina 2003-2015” escrito por quien hasta hace días se desempeñaba como Ministro de Desarrollo Productivo: Matías Kulfas. El objetivo del autor fue analizar la historia económica reciente. Dicho análisis despertó criticas lógicas y claramente esperables. Se puede afirmar que es difícil conformar a todo el mundo con estudios de este tipo, más aún si los hechos forman parte de la historia reciente, atravesada por dimensiones de lo simbólico, de ciertos conflictos políticos abiertos y, fundamentalmente, por una derrota electoral que ubicó a Macri en la Casa Rosada. Repasemos algunos puntos que aborda el libro de Kulfas.

La etapa de los doce años y los tres kirchnerismos

Kulfas sostiene que Argentina transitó entre 2003-2015 el ciclo de crecimiento acelerado más importante de los últimos 110 años; y que incluyó exportaciones récords, creación de millones de puestos de trabajo; mejora en los indicadores socioeconómicos, etc. Sin embargo, dentro de aquel período señala 3 etapas, una por cada gobierno y atravesadas por distintos escenarios locales, internacionales y, fundamentalmente, compuestas por distintas configuraciones macroeconómicas. En éste último aspecto es donde se centran sus críticas.

La política económica

Matías Kulfas, al igual que todo el espacio kirchnerista, sostiene que ha sido relevante la recuperación del papel del Estado. Por un lado porque amplió su capacidad de dar respuesta a problemas sociales; y por otro, porque adquirió un rol activo en cuanto a la orientación del desarrollo económico, algo que se había perdido durante las últimas tres décadas. Ahora bien, esta “predominancia de la política por sobre la economía” (algo que se decía con sobrada frecuencia por aquellos años) que resultó ser muy efectiva por momentos, chocó en algunas ocasiones contra ciertos problemas económicos de largo alcance. En la manera de ver de Kulfas, esto se dió porque desde la conducción política se privilegiaron medidas de corto plazo por sobre las estructurales y de largo plazo

La “macro”, el nudo de la cuestión

En primer lugar, vale mencionar algunas cuestiones de contexto. El crecimiento económico de los primeros años kirchneristas derivó en problemas esperables propios del crecimiento, es decir, en la necesidad de recurrir a una mayor cantidad de recursos (energía y dólares) para que la economía pueda seguir creciendo. Los superávits comerciales y fiscales de los primeros años fueron, poco a poco, absorbidos por el crecimiento económico. Si bien el panorama y las perspectivas de aquel entonces no eran particularmente negativas, resultaba claro que se necesitaban mayores niveles de habilidad para sortear los obstáculos, particularmente durante la tercera gestión kirchnerista: caída en las reservas de dólares; problemas con el pago de bonos soberanos; déficit en la balanza energética, etc. Es decir, se incrementaron en distintos frentes ciertas restricciones económicas que fueron compensadas con una mayor utilización de gasto público y consecuente déficit fiscal.

Las dos grandes críticas: Uso del gasto público y la falta de visión de largo alcance

La crítica sobre el gasto público de Kulfas a la gestión de Cristina lejos se encuentra de descansar sobre algunos dogmas que pueden escucharse hoy en día del estilo “todo el gasto público es malo”; sino más bien en qué nos aporta como economía tal o cual gasto. No todo es tan lineal. Al respecto, comparto una cita del mismo Kulfas sobre el gasto, cuando se refiere a las complicaciones mencionadas en el párrafo anterior: “Este aspecto fue también amplificado por una tendencia a incrementar el gasto público en algunos ítems que no rindieron los resultados esperados e impidieron utilizar de manera más progresiva y productiva los recursos públicos. En especial, los subsidios a la energía mostraron esta doble faceta de gasto redundante vinculada con una política que no logró expandir la oferta de manera consistente con el incremento de la demanda y alimentó cierta expansión espuria y alejada de criterios de razonabilidad en materia de eficiencia energética”. Recordemos, por un lado, que en el año 2012 el 51% de YPF pasó a manos del Estado en la búsqueda de la “soberanía energética”; y por otro, que el dinero destinado por el Estado a subsidios en las tarifas de luz y gas era cada vez mayor; dado que los costos de la energía eran cada vez más altos y al mismo tiempo el consumo (tanto doméstico como industrial) aumentaba. El problema energético se vio compensado con mayores niveles de importación de gas, lo que derivó en una pérdida de uso de dólares importante, sobre todo durante los últimos años del gobierno de Cristina. Por último sobre este aspecto, y spoileando al siguiente párrafo, los ajustes y desajustes en la política energética (según Kulfas) lograron que problemas sectores deriven en problemas de un grado mayor, de escala macroeconómica. El problema, años después sigue vigente.

Por otro lado, la segunda fuerte crítica de Kulfas al gobierno kirchnerista radica en la falta de visión de largo plazo y en lo poco que se trabajó para revertir la histórica restricción externa (a grandísimos rasgos, falta de dólares) característica de la economía argentina. En este sentido, afirma que “Asimismo, cierto sesgo contrario a la planificación de largo plazo terminó afectando el superávit externo ante la falta de programas de desarrollo industrial y energético que permitiera desarrollar ramas altamente demandantes o generadoras de divisas, de modo que ambos sectores pudieran hacer una contribución positiva al desplazamiento de la restricción externa, aspecto que no solo no se produjo sino que ocurrió en sentido contrario”. Aquí particularmente es dura su opinión con respecto a la política industrial kirchnerista, no tanto por remarcar que en la búsqueda de fortalecer el sector industrial nacional se profundizó el problema de la falta de dólares, sino más bien por la falta de visión de la conducción en la no creación de herramientas para el desarrollo económico y alianzas estratégicas que apunten al mismo objetivo. En concreto, Kulfas señala la poca capacidad de articulación entre distintas áreas vinculadas a la ciencia y tecnología para con el desarrollo productivo local y también, lo poco que fueron utilizados los fondos públicos en términos de compras a proveedores locales para fortalecer sectores específicos.

En fin, a juzgar con el diario del lunes y con su gestión recientemente finalizada puede afirmarse que Kulfas fue consecuente con las críticas que señaló en su libro ya que desde su cartera no solo se promovió el desarrollo de distintos sectores productivos, sino que también se buscaron y consiguieron inversiones importantes para el país, siendo el hidrógeno verde su mayor expresión. En términos de “expectativas políticas”, nadie podría haber esperado algo distinto que su propio manual.